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A los trece años, el héroe de Historia del llanto ha completado una formación progresista. Ha estado cerca de los que sufren y ha devorado toda la literatura militante que los años setenta obligan a leer en América Latina. Sin embargo, en septiembre de 1973, cuando asiste por televisión al putsch contra Salvador Allende y el Palacio de La Moneda arde en la pantalla, trata de llorar y se descubre seco. Es entonces cuando el protagonista sale en busca de los secretos de su defección y revisa una educación ideológico-sentimental en la que coexisten Superman, un repugnante cantautor de protesta, una novia chilena de derechas, una piscina con un pulpo en el fondo, un oligarca torturado y un vecino militar que acaso no sea lo que parece ser
«No es amor. Es algo más, algo con una fuerza que perdura. No es amor, sino una memoria del amor.» El psicólogo Adrian Lockheart desea escapar de su monótona vida en Inglaterra. Así llega a Freetown, una ciudad africana azotada por la guerra civil y la represión, en la que debe luchar contra la intensidad del calor, la suciedad y el polvo, y los secretos de un país que trata en vano de ponerse en pie. También Kai Manseray, un joven colega en el hospital, esconde un secreto. Y Elias Cole, un anciano enfermo cuyos cuadernos guardan los recuerdos de su juventud y la historia de una obsesión: Saffia, la mujer que amó, y Julius, su carismático y rebelde marido. Las vidas de los tres se entrelazan en esta novela extraordinaria que explora las consecuencias ineludibles de nuestros actos.
Américo Castro falleció repentinamente en julio de 1972. Su última tarea fue preparar la presente edición que se publicó con carácter de póstuma. La obra muestra hasta qué punto fue vital para él la defensa de una tesis que no era ciencia muerta