Referencia:
París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundiendo autobiografía, ficción y ensayo, cuenta la aventura de redactar su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo le ayudaron a escribir esa novela los consejos que le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica casera. Es también la historia de cómo viajó a esa ciudad para imitar la vida bohemia de escritor principiante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue «muy pobre y muy feliz», y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela.
El tercer novio de la abuela tenía los pies demasiado grandes para considerarlo inteligente.Teniendo en cuenta el tamaño de sus pies, la atención que consagraba a su cerebro no podía ser mucha. Así arranca su narración Paolo en el mes de noviembre de 1917, durante los días más duros de la primera guerra mundial. Un año después, este mismo joven, a punto de ser ajusticiado, se despedirá de la vida espetándole al cura: No me confesaré, don Lorenzo, y deje ya de llamarme chiquillo. Mañana, al amanecer, me van a matar. He cumplido con la vida: he matado y he amado, y con eso basta. Sí, tengo dieciocho años, pero estoy a punto de morir y llevo una vida entera a mis espaldas.