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Un experimento literario con ecos de Borges, Calvino, Lee Masters, en el que Josan Hatero en escogidas y precisas -afiladas- palabras nos hace disfrutar tanto como a los amantes que retrata. «Después del sexo ya no eres igual, ya nada puede ser lo mismo.» Éste es un catálogo de amantes. Desde los exploradores a los que aman a oscuras; de las mujeres submarinas a los coleccionistas; ajenos, suicidas, invisibles, enfermos, pornógrafos, santos o sonámbulos, todos son abducidos por el mismo y común denominador: el deseo. Lúbricos y lúdicos, discursos amorosos y confesiones de invierno, La piel afilada ofrece grandes posibilidades de viajar. Cada pocos textos cabría respirar hondo, pensar, puede que cerrar el libro. Y esperar a otro día.
"Añoro la vida cuando era nuestra", comenta Lola. Esa vida, que era tan suya y tan llena de ilusión, antes estaba hecha de libros y de charlas de café, de siestas lánguidas y de proyectos para construir un país, España, que aprendía paso a paso las reglas de la democracia. Pero llegó un día de 1936 en que vivir se convirtió en puro resistir, y ahora, quince años después, de todo aquello solo queda una pequeña tienda, una librería de viejo medio escondida en uno de los viejos barrios de Madrid, donde Lola y Matías, su marido, acuden cada mañana para vender novelitas románticas, clásicos olvidados y lápices de colores a quien se acerque. Es aquí, en ese lugar modesto, donde una tarde de 1951 Lola conocerá a Alice, una mujer que ha encontrado en los libros su razón de vivir.