Cando Xosé Carneiro, coñecido psicanalista e polémico colaborador televisivo, aparece co peito aberto no seu piso da compostelá rúa República do Salvador, son dúas as cousas que chaman a atención do xornalista Aquiles Vega e da profesora Sofía Deneb. A primeira é a brutalidade, a violencia extrema con que o crime foi levado a cabo. A segunda, ese detalle que non encaixa na escena: unha estraña peza de ferro chantada no corazón. En realidade, a de Carneiro non é máis que a primeira dunha cadea de mortes en serie, unha carreira contra o reloxo na que Aquiles terá non só que comprender que é o que está pasando, senón cal é o papel que en toda esta historia xoga un dos nomes máis importantes da nosa literatura, aquel sempre rodeado de misterio e escuridade.
Etgar tiene todo por hacer y sin embargo no quiere hacer nada. Etgar tiene problemas de adolescente y miedos de adulto. Etgar solo quiere ver documentales marinos y comedias sin muerte, pero clica en los vídeos virales más sádicos.
El tercer novio de la abuela tenía los pies demasiado grandes para considerarlo inteligente.Teniendo en cuenta el tamaño de sus pies, la atención que consagraba a su cerebro no podía ser mucha. Así arranca su narración Paolo en el mes de noviembre de 1917, durante los días más duros de la primera guerra mundial. Un año después, este mismo joven, a punto de ser ajusticiado, se despedirá de la vida espetándole al cura: No me confesaré, don Lorenzo, y deje ya de llamarme chiquillo. Mañana, al amanecer, me van a matar. He cumplido con la vida: he matado y he amado, y con eso basta. Sí, tengo dieciocho años, pero estoy a punto de morir y llevo una vida entera a mis espaldas.