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París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundiendo autobiografía, ficción y ensayo, cuenta la aventura de redactar su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo le ayudaron a escribir esa novela los consejos que le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica casera. Es también la historia de cómo viajó a esa ciudad para imitar la vida bohemia de escritor principiante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue «muy pobre y muy feliz», y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela.
Yechezkel Damjanich es un joven violinista judío que vive con su madre en la desolada Budapest de1947. Un día, recibe una carta desde Jerusalén enviada por su tío Yosef, del que no sabe nada desdehace 12 años.Huyendo de la miseria, ambos llegan a Palestina en un convulso momento político, justo antes de que los ingleses abandonen la región. El tío Yosef regenta el Café Budapest, un pintoresco local cercano a la ciudad vieja, donde coexisten judíos, árabes, occidentales...Un efímero oasis de armonía donde las notas del violín de Yechezkel no tardarán en dar paso al estruendo de los obuses Davidka, las bombas árabes, el odio y la destrucción. El Café Budapest se convierte en un pequeño escenario donde se reflejan el caos y la barbarie presentes en toda Palestina.
Arata Katsura vive una vida normal junto a su prima, Hijiri. Un día, todo se pone oscuro y un misterioso acontecimiento denominado "fenómeno de colapso" la hace desaparecer ante sus ojos. Decidido a erradicar ese fenómeno y a traer a Hijiri de vuelta, Arata se une a la Academia Royal Biblia. Es un duro camino por delante, pero nada que sea imposible cuando cuenta a su lado con un grupo de siete chicas superguapas -cada una maestra en su propio arte, las integrantes de Trinity Seven
Un pintor que tras un accidente deja de percibir el color; un cirujano cuyos tics sólo remiten cuando opera o pilota su avión; un ciego que recupera la vista y se da cuenta de que no sabe ver; una autista a quien las emociones humanas dejan perpleja... Uno de los grandes escritores clínicos de la actualidad nos presenta siete casos neurológicos que pueden leerse como siete parábolas sobre la mutabilidad de la condición humana.