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Un cruce entre la narrativa más actual y la crónica relámpago. Una visión literaria, al vuelo, de la geografía entera de la lengua. Reflexionando sobre el escaso tiempo previsto para recorrer cada país con el Premio Alfaguara, el autor se pregunta si hoy nuestros viajes consisten sobre todo en no ver. «¿Estaré por experimentar una hipérbole del turismo contemporáneo?», escribe. Pero el ritmo radical de su periplo está a punto de brindarle una oportunidad única: comparar todas las capitales latinoamericanas en una misma ráfaga. Andrés Neuman nos propone un recorrido vertiginoso por 19 países, interpretados por un ojo poético y político. Los presuntos no-lugares (aeropuertos, hoteles, taxis) quedan así convertidos en poderosos espacios de conflicto.
París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundiendo autobiografía, ficción y ensayo, cuenta la aventura de redactar su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo le ayudaron a escribir esa novela los consejos que le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica casera. Es también la historia de cómo viajó a esa ciudad para imitar la vida bohemia de escritor principiante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue «muy pobre y muy feliz», y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela.
¿Cómo viven las lombrices o cuál es el grito del saltamontes? ¿Cómo es una libélula o qué hace la oruga a todas horas? Los niños y niñas tienen la oportunidad de descubrirlo en este libro con sorpresas. A través de ingeniosos mecanismos, conocerán de cerca a los pequeños animales del jardín.