Referencia:
Chavela Vargas, chamana de la música, hablaba del poder sanador de algunas canciones. De canciones que cierran heridas, que refrescan sienes febriles y alivian dolores del alma. Y una de las técnicas de curación de los dolores de desamor es llevarlo a una expresión excesiva, desmesurada, hasta que deja de sentirse como propio y real. Esa es la intención de este libro, que, como un vademécum de medicinas emocionales, ofrece sobredosis en la manifestación del dolor que suavizan las grietas de los corazones desportillados. Esta selección de coplas, boleros, rancheras, tangos, chanson francesa, balada italiana, blues y pop-rock puede degustarse a través del simple placer de la lectura de sus letras, o utilizarse como guía de audición de las diferentes versiones que se han grabado
París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundiendo autobiografía, ficción y ensayo, cuenta la aventura de redactar su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo le ayudaron a escribir esa novela los consejos que le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica casera. Es también la historia de cómo viajó a esa ciudad para imitar la vida bohemia de escritor principiante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue «muy pobre y muy feliz», y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela.