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En este libro catártico, Samuel Shem combina su experiencia como médico y su talento para la más negra comedia del absurdo. Roy Basch, el narrador y protagonista, y sus compañeros, son brillantes licenciados de las mejores facultades de medicina, que han conseguido ser aceptados para hacer su año de prácticas en uno de los más prestigiosos hospitales, la Casa de Dios. Y en este año, se multiplican los episodios de aprendizaje de la medicina pero también del horror, la impostura, el cientificismo más cruel e ineficaz y, sobre todo, de lo ineludible de la enfermedad y la muerte. Pero son jóvenes, y aun en medio del horror la vida proclama sus derechos, y es así como el sexo y las orgías con las enfermeras alcanzarán dimensiones épicas...
París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundiendo autobiografía, ficción y ensayo, cuenta la aventura de redactar su primer libro. Y nos desvela, por ejemplo, cómo le ayudaron a escribir esa novela los consejos que le dio, resumidos en una breve cuartilla, Marguerite Duras, su muy atípica casera. Es también la historia de cómo viajó a esa ciudad para imitar la vida bohemia de escritor principiante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue «muy pobre y muy feliz», y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela.