Referencia:
Brian the Brain, el niño telépata y telequinésico con el cerebro a flor de piel, ha crecido. Ahora ya es un adolescente que, tras la muerte de su madre, vive en Biolab, el laboratorio de investigación donde sirve como cobaya junto al simpático mono Monqi. Su última y única amiga es Sinan, una chica que perdió los brazos y las piernas en una explosión y goza de unas sofisticadas prótesis de última generación. Miguel Angel Martín retoma de nuevo su personaje más popular, con el que consiguió en 2007 el premio al mejor cómic editado ese año en Italia. El solitario Brian, siempre marginado por sus compañeros de clase, se enfrenta ahora a la amenaza de ver mermados sus poderes mentales, como si la edad se convirtiera en otro enemigo más al que enfrentarse.
En el centenario del inicio de la llamada “Gran Guerra”, la Primera Guerra Mundial, que tuvo lugar de 1914 a 1918, este volumen nos trae el recuerdo de lo sucedido a las gentes de Córcega, llamadas a luchar en defensa de la madre patria, Francia.
Es un relato basado, sobre todo, en cartas entre los combatientes y sus familias: la carta de Laurine a su marido, la de Jacques a su hermano, pero también en la historia de los “topos corsos”, etc. Todos ellos son relatos de “poilús” corsos, soldados franceses de la guerra, para recordar que la muerte, el sufrimiento y el miedo, pero también la esperanza de días mejores no han sido nunca simples abstracciones y que la guerra se escribe siempre con letras de sangre.
Miguel Gallardo y Paco Roca publicaron hace un par de años dos obras (Arrugas y María y yo). Los medios, acostumbrados a identificar la historieta con Mortadelo y poco más, les dedicaron amplios espacios y su presencia se hizo habitual, casi indispensable, en los diversos eventos comiqueros de la piel de toro.
Lo que inicialmente iba a ser un sencillo cuaderno de viaje en el que primara la espontaneidad sobre la elaboración formal, ha acabado siendo un cuidadísimo álbum en el que se adivina cierta dosis de saludable competitividad entre dos autores que por mucho que se quieran y respeten necesitan saberse a la altura de su colega, como consecuencia los lectores pueden disfrutar de una obra con vocación de menor, pero con hechuras de superproducción.