¿Estás ahí, Satanás? Soy yo, Madison. Acabo de llegar aquí, al Infierno, pero no es culpa mía, salvo tal vez por el hecho de haberme muerto de una sobredosis de marihuana. Tal vez esté en el Infierno por ser gorda... Una auténtica foca. Si una puede ir al Infierno por tener la autoestima baja, entonces es por eso por lo que estoy aquí. Ojalá pudiera mentirte y decirte que estoy en los huesos y que soy rubia y tetuda. Pero, créeme, tengo mis razones para estar gorda. Para empezar, déjame que me presente. Hija de una estrella de cine narcisista y de un billonario, una Navidad Madison es abandonada en un internado suizo mientras sus padres de dedican a impulsar sus nuevos proyectos y a adoptar huerfanitos.
El cuerpo de un amigo destrozado por la metralla, la voz de un hombre que pide clemencia, la mano de una niña que asoma escarbando entre la basura para encontrar algo de comer...Hay imágenes que vuelven una y otra vez a la mente de Frank Money, un veterano de la guerra de Corea que ahora vuelve a Estados Unidos en busca de olvido y afecto. Corren los años cincuenta del siglo pasado y las heridas de Frank no son solo físicas: su patria es racista, su familia ha acumulado mucho odio, y el regreso parece más un camino hacia el infierno que una vuelta al hogar.
Estocolmo, invierno de 1962. Dos hombres de mundos opuestos se enfrentan sobre un tablero de ajedrez. Arturo Pomar, el niño prodigio de la posguerra que ahora trabaja como auxiliar de Correos en Ciempozuelos, encara su última gran oportunidad deportiva contra un americano joven, excéntrico y ambicioso: Bobby Fischer. Uno fue peón del franquismo; el otro lo será de la Guerra Fría. Con esta partida y sus contrincantes como hilo conductor, El peón recorre las vidas de numerosos «peones» entregados a una causa política en la España franquista o en los Estados Unidos de Kennedy en aquel convulso 1962.